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domingo, 5 de febrero de 2012

DIOS PODEROSO

DIOS PODEROSO:

En Isaías 10:21 (BJ) se llama “Dios poderoso” a Jehová, como se llama a Jesús en Isaías 9:6, pero SÓLO A JEHOVÁ se le llama alguna vez “Dios TODOPODEROSO”. (Gén. 17:1.)

Si cierto título o frase descriptiva se halla en más de un lugar en las Escrituras, nunca se debería concluir apresuradamente que siempre se refiere a la misma persona.

Tal razonamiento nos llevaría a concluir que Nabucodonosor fue Jesucristo, porque a ambos se llama “rey de reyes” (Dan. 2:37; Rev. 17:14); y que los discípulos de Jesús de hecho fueron Jesucristo, porque a él y a ellos se llama “la luz del mundo” (Mat. 5:14; Juan 8:12).

 PADRE ETERNO

Adán era el padre de toda la humanidad y la vendió al pecado al desobedecer.

JESÚS ES SEMEJANTE A ADÁN. San Pablo lo llama "el último Adán" en el capitulo 15 de su primera carta o epístola a los corintios.

Adán perdió la vida eterna terrenal para todos los humanos.

La redención de Cristo recupera lo que Adán perdió, la vida eterna en la Tierra para todos los humanos obedientes.

En Adán todos estamos muriendo, en Cristo somos todos vivificados.

Así llega a ser un "Padre Eterno" para todos los que le obedezcan con fe.




Es una pregunta vieja de los trinitarios, ya explicada muchas veces.

El primer hombre, Adán, pecó antes de tener hijos. Desobedeció a Dios a instancias de un ángel rebelde, al que después se llamó Diablo y Satanás. El resultado fue el que Dios había advertido: Adán perdió la relación que tenía con él como hijo suyo y sufrió las consecuencias que ello acarreaba. Se volvió imperfecto, empezó a envejecer y finalmente murió (Génesis 2:15-17; 3:17-19; Revelación 12:9).

La Biblia describe así los efectos de la desobediencia de Adán en sus descendientes: “Por medio de un solo hombre [es decir, Adán] el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Romanos 5:12). Lamentablemente, todos los seres humanos heredamos de nuestro antepasado, Adán, el pecado y sus nefastas consecuencias: la vejez y la muerte (Job 14:4; Romanos 3:23).

La única forma de librarse de tales consecuencias sería teniendo un padre perfecto, que no hubiera heredado el pecado y sus terribles secuelas. Veamos cómo apareció en escena ese padre nuevo, quien sería comparable a Adán en su estado perfecto.

El nuevo padre que se necesitaba

Como vimos al principio del artículo, al prometido “Príncipe de Paz” también se le llama “Padre Eterno” (LBLA). Su nacimiento humano se predijo así: “Una virgen concebirá y dará a luz un hijo” (Isaías 7:14, LBLA; Mateo 1:20-23). Jesús no tuvo un padre humano, como tampoco lo tuvo Adán. La genealogía de Jesús que registró el historiador bíblico Lucas remontándose hasta los orígenes de la humanidad muestra que Adán era “hijo de Dios” (Lucas 3:38). Pero ya hemos visto que Adán perdió la relación que tenía con Dios como hijo suyo, y no solo para él mismo, sino también para sus descendientes. De modo que todos necesitamos, por decirlo así, un nuevo padre, un padre que sea perfecto, tal como lo era Adán cuando fue creado.

Dios envió a su Hijo a la Tierra para que fuera ese nuevo Adán, reemplazando al anterior. La Biblia explica: “‘El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente.’ El último Adán llegó a ser un espíritu dador de vida. El primer hombre procede de la tierra y es hecho de polvo; el segundo hombre procede del cielo” (1 Corintios 15:45, 47). “El último Adán”, Jesús, es comparable al “primer hombre, Adán”, porque al igual que él, fue perfecto y, por tanto, capaz de engendrar hijos perfectos que vivieran para siempre en la Tierra (Salmo 37:29; Revelación 21:3, 4).

Jesús, que no tuvo hijos, fue fiel a Dios hasta la muerte, pese a las pruebas a las que lo sometió Satanás. La vida humana perfecta e íntegra que Jesús sacrificó es lo que se conoce como el rescate. “Tenemos la liberación [del pecado y la muerte heredados de Adán] por rescate mediante la sangre de [Jesús]”, explica la Biblia. También dice: “Así como mediante la desobediencia [de Adán] muchos fueron constituidos pecadores, así mismo, también, mediante la obediencia de [Jesús] muchos serán constituidos justos” (Efesios 1:7; Romanos 5:18, 19; Mateo 20:28).

Si tenemos fe en Jesús, él se convertirá en nuestro “Padre Eterno” y nuestro “Salvador”.

fuentes: LA BIBLIA.

DESPERTAD DICIEMBRE 2006


PADRE ETERNO

http://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20140122184527AA7IrOv
 

http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20120123053249AAs0Huv


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