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jueves, 6 de enero de 2011

APOCALIPSIS 6:9, 10 ALMAS DEBAJO DEL ALTAR


Antes de leer Apocalipsis 6:9,10 , recordemos que el libro bíblico de Apocalipsis contiene muchos símbolos y parábolas también.  (Apocalipsis 1:1 indica que fue transmitida a Juan en señales, ya que la Palabra “semainó”  4591 de Strong, indica eso).

Ahora leamos
Reina Valera (1909)
“Y cuando él abrió el quinto sello, vi DEBAJO DEL ALTAR LAS ALMAS de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían.
Y clamaban en alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?”
Este pasaje nos recuerda Génesis 4:10,  donde Dios dice a Caín: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano CLAMA á mí desde la tierra.”

Juan, que era judío, sabía que en el altar de Jerusalén se derramaba la sangre de sacrificios animales. Por tanto, DEBAJO DEL ALTAR habría sangre derramada.

La sangre representaba la vida para los judíos, según Levítico 17:11. (Por eso tenían prohibido ingerir sangre.)

Levítico 17:11 lee (Valera 1909)
  “Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona.”

La Biblia Valera 1995 dice en su nota al pie:
·  Debajo del altar: o al pie del altar; al evocar con esta imagen la sangre de los animales sacrificados derramada al pie del altar (Levítico  4.7), se atribuye a la muerte de los mártires el valor de un sacrificio aceptado por Dios (cf. Filipenses 2.17; 2da Timoteo  4.6).

·Apocalipsis 19.2; cf. Deuteronomio 32.43.”

Por lo tanto, podemos concluir que Juan lo que vio fue sangre, que, simbólicamente  clamaba,  representaba la vida de los que fueron muertos injustamente, como mártires.

Confirma esto el diccionario bíblico de Strong, que nos dice que lapalabra usada para Alma, puede significar “vida”.

5590. psuché



Definition: (a) the vital breath, breath of life, (Aliento vital, aliento de vida)

FUENTES INTERNET:
Señales:

Biblia Valera Apoc. 6:9,10
 
Alma, 5590. psuché



FUENTES YAHOO

ALMAS EN EL ALTAR DE DIOS, mitos sonre el alma.
http://es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20110103174354AAAEHLx


info adicional

 Pablo escribió: “Nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor [no hasta el final de su presencia] no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:15-17). De modo que los cristianos ungidos que murieron antes de la presencia de Cristo recibieron la resurrección celestial primero que los que viven durante su presencia. En otras palabras, la primera resurrección debió de comenzar al principio de la presencia de Cristo, y continúa “durante su presencia” (1 Corintios 15:23). En vez de ocurrir de un solo golpe, la primera resurrección tiene lugar durante un espacio de tiempo.

“A cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca”

 Analicemos, asimismo, las pruebas que aporta el capítulo 6 de Revelación, donde se describe a Jesús cabalgando como Rey triunfante (Revelación 6:2). Las naciones libran guerras de proporciones colosales (Revelación 6:4). El hambre se extiende por todas partes (Revelación 6:5, 6). Las enfermedades mortíferas causan estragos entre la humanidad (Revelación 6:8). Todos estos sucesos profetizados encajan perfectamente con las condiciones del mundo desde 1914. Pero hay un elemento más. Se nos dice que al pie de un altar de sacrificios están “las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener” (Revelación 6:9). Dado que “el alma [o la vida] de la carne está en la sangre”, lo que se ve al pie del altar es en realidad la sangre de los siervos fieles de Jesús que fueron degollados por dar testimonio con celo y valor (Levítico 17:11).
 

 Como la sangre del justo Abel, la sangre de estos mártires cristianos clama por justicia (Génesis 4:10). “Clamaban con voz fuerte, y decían: ‘¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?’.” ¿Qué sucede a continuación? “A cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido.” (Revelación 6:10, 11.)
 

¿Se les dieron ropas blancas a charcos de sangre al pie del altar? ¡Por supuesto que no! Se les dieron a los individuos cuya sangre, por así decirlo, había sido derramada sobre el altar. Habían sacrificado sus vidas en el nombre de Jesús, y ahora eran resucitados como espíritus. ¿Cómo lo sabemos? En un capítulo anterior de Revelación leemos: “El que venza será vestido así de prendas de vestir exteriores blancas; y de ninguna manera borraré su nombre del libro de la vida”. Recordemos, también, que los veinticuatro ancianos estaban “vestidos de prendas de vestir exteriores blancas, y [llevaban] sobre sus cabezas coronas de oro” (Revelación 3:5; 4:4). De manera que después de que la guerra, el hambre y las enfermedades empezaron a azotar la Tierra, los miembros de los 144.000 que estaban muertos, representados por la sangre al pie del altar, fueron resucitados para vivir en el cielo y recibieron ropas blancas simbólicas.

 A estos recién resucitados se les dice que ‘descansen’, es decir, que esperen pacientemente a que llegue el día de la venganza de Dios. Sus “coesclavos”, los cristianos ungidos que quedan en la Tierra, todavía tienen que probar su integridad. Cuando llegue el momento del juicio divino, terminará su descanso (Revelación 7:3). Entonces participarán con el Señor Jesucristo en destruir a los malvados, entre ellos a los que derramaron la sangre de cristianos inocentes (2 Tesalonicenses 1:7-10).  

Atalaya 1 de enero 2007  pags 25-30

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